El lunes pasado, gracias al taller de pelos que realizamos, pudimos sacar una parte de nosotros que quizás desconocíamos o que simplemente estaba dentro de nosotros y quisimos sacar.
El taller consistía exclusivamente en utilizar nuestro pelo como modo de expresión, pero nuestro grupo quiso darle una vuelta más al concepto y decidimos disfrazarnos de un personaje en concreto.
En mi caso, el personaje elegido fue Sandy, la chica buena de Grease que se vuelve rebelde al final. Esto me llevo a plantearme un dilema sobre quien quería ser realmente, una misma chica, pero con dos posibles personalidades y apariencias físicas.
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Sandy en sus dos versiones (Grease, 1978) |
Por un lado siempre me gustó la niña buena e inocente, que agrada a todo el mundo, pero que en muchas ocasiones peca de ingenuidad y que parece feliz en su mundo de fantasía, amor romántico y canciones dulces. Por otro lado, se encuentra la chica mala, aquella que a tomado sus propias decisiones, que se atreve a llevar tacones rojos, ropa ajustada, el pelo cardado y no tiene miedo a mostrarse como es. Pero, ¿estaba hablando realmente de los personajes de la película o de mi?
Isabel Sánchez Soler
A las mujeres se nos educa en principio para acercarnos a la versión A, pero a mi, Isabel, me parece que esa versión de eternas niñas complacientes, no se sostiene. Gracias por reflexionar y hacernos reflexionar también
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