martes, 21 de febrero de 2017

Sandy, niña buena o rebeldia

 El lunes pasado, gracias al taller de pelos que realizamos, pudimos sacar una parte de nosotros que quizás desconocíamos o que simplemente estaba dentro de nosotros y quisimos sacar. 
El taller consistía exclusivamente en utilizar nuestro pelo como modo de expresión, pero nuestro grupo quiso darle una vuelta más al concepto y decidimos disfrazarnos de un personaje en concreto.

En mi caso, el personaje elegido fue Sandy, la chica buena de Grease que se vuelve rebelde al final. Esto me llevo a plantearme un dilema sobre quien quería ser realmente, una misma chica, pero con dos posibles personalidades y apariencias físicas. 

Sandy en sus dos versiones (Grease, 1978)

Por un lado siempre me gustó la niña buena e inocente, que agrada a todo el mundo, pero que en muchas ocasiones peca de ingenuidad y que parece feliz en su mundo de fantasía, amor romántico y canciones dulces. Por otro lado, se encuentra la chica mala, aquella que a tomado sus propias decisiones, que se atreve a llevar tacones rojos, ropa ajustada, el pelo cardado y no tiene miedo a mostrarse como es. Pero, ¿estaba hablando realmente de los personajes de la película o de mi?

Supongo que elegir un personaje del que nos queremos disfrazar, no deja de reflejar en parte como somos o como queremos ser. Para mi no fue difícil darme cuenta que quien más se acercaba a mí era esa versión más segura de sí misma, más alocada, más decidida de pisar fuerte, ya sea con tacones o sin ellos, más rebelde por ser capaz de decir si o no cuando realmente lo piensa asumiendo las consecuencias que eso conlleva, más sexy porque no y más viva. Por tanto, he aquí el resultado de mi transformación, o más bien del reflejo de mujer que soy, que decido ser y que esta apareciendo sacada de un film basado en los años 50 y 60 americanos me ha permitido sacar mi yo interno en un día que parecía que solo íbamos a hacer un taller de pelos. 

Isabel Sánchez Soler

1 comentario:

  1. A las mujeres se nos educa en principio para acercarnos a la versión A, pero a mi, Isabel, me parece que esa versión de eternas niñas complacientes, no se sostiene. Gracias por reflexionar y hacernos reflexionar también

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