miércoles, 15 de marzo de 2017

Hablando en idioma sánscrito

Durante la última sesión de educación artística realizamos lo que para mí fue una terapia, un momento de concentración e introspección.

A través de un material muy dulce, que no había utilizado jamás a modo de pintura, el chocolate, nos dispusimos a crear en obleas diferentes modelos de mandalas. El mandala es una representación gráfica de origen sánscrito que en este caso utilizamos para fluir y representar a través de diferentes círculos, dibujos o lineas aquello que llevabamos en nuestro interior. Son representaciones simbólicas espirituales y rituales del macrocosmos y el microcosmos, propias del budismo y el hinduismo y que actualmente se han puesto de moda como un modo de expresión y como un método de relajación, debido al minucioso trabajo que conlleva.

En mi caso, y debido a que el día que lo hicimos me encontraba nublada por diferentes situaciones, fue un momento aislamiento totalmente necesario. Pude concentrarme en el trabajo que estaba realizando, me dejé llevar por las lineas, además de disfrutar del material utilizado puesto que adoro el chocolate, así que pude combinar dos pasiones, el sabor dulce y dibujar. Me aislé por completo de lo que pasaba a mi alrededor y solo estábamos el bote de sirope de chocolate, mi pincel y mi lienzo. El cuál poco a poco fue tomando forma. Siempre de una manera geométrica, lo cual me gustaba porque añadía un elemento de equilibrio y organización que a la vez que era creada me ayudaba a ordenar mis pensamientos.





Como elemento decorativo y por añadir color, quise además usar virutas de chocolate de colores brillantes, ya que fue la guinda del pastel y simbolizaba que de alguna manera, esas nubes que habían venido conmigo, ya podrían irse. El mandala que hice fue una liberación como tal, y debido a que en él se había quedado mi mal humor o más bien mis pensamientos negativos, no quise comérmelo, sino que lo tiré, me deshice de él como de mi negatividad y pude acabar el día liberada.

Sin duda es una técnica que no había tenido el placer de disfrutar nunca, pero conociendo sus efectos, estoy segura de que de ahora en adelante, en mis momentos de frustración, en mis malos días o por simple necesidad de olvidarme del mundo externo, comenzaré a dibujar mandalas.

Isabel Sánchez Soler

1 comentario:

  1. Isabel cuánto me alegro que te ayudara el mandala, ya nos comentaste que estabas un poquito "cruzada". Da una sensación de mucha calma y equilibrio tu mandala

    ResponderEliminar