viernes, 28 de abril de 2017

La realidad supera el mundo onírico

Durante muchas semanas llevamos trabajando el tema de los sueños en clase. Desde su escritura, hasta su expresión de diferentes formas artísticas (pintura, dibujo, plastilina...) o incluso la recreación de los sueños de algunas personas de clase en dos ocasiones, las cuales creo que han sido un momento muy profundo y de introspección pero sobre todo de valentía por parte de las compañeras que han compartido algo tan íntimo.

En mi caso, me he encontrado algo desconectada de este tema aunque no por gusto, ya que realmente me interesa la manera en que nuestros más profundos pensamientos y sentimientos brotan con imágenes en nuestra cabeza cada noche.

El principal motivo de mi evasión de este mundo de los sueños es que la realidad se ha topado en mi camino. Previamente a semana santa trabajé de distintos modos con un sueño que me identificaba mucho, se trataba de como la oscuridad invadía un lugar que para mi tiene mucha importancia, mi pueblo, y como solo era capaz de vez a través de la ventana con rejas de mi habitación el resto del mundo. En el sueño también aparecía un figura masculina no identificada que me hacía muchas preguntas a las que no encontraba sentido sobre mi vida y que para mí se trasformaban en grandes interrogantes. Quise por tanto representarlo modelando plastilina en la ultima clase antes de las vacaciones, en las cuales acudiría a ese lugar tan lleno de significado para mi.



Supongo que precisamente ese viaje hizo que mi sueño desapareciera y ya no era necesario hacerme preguntas porque me había encontrado allí con ese remanso de paz. Sin embargo, no todo es tan idílico. Muchas veces la realidad supera a la ficción (nombre que podemos darle a los sueños ya que no dejan de ser películas creadas por nuestra mente) y creo que en mi realidad estaban ocurriendo tantas cosas que al reconciliarme conmigo se me vino todo encima. La traducción fue que de repente dejé de soñar. Una vez llegaba la noche no era capaz de seguir produciendo ideas e imágenes en mi cabeza. Había tanto que me turbaba durante el día que el silencio y la oscuridad de la noche eran el único momento en que podía estar conmigo misma.

La sensación que peor me dejaba el no soñar era ese cansancio físico que me atormentaba cada mañana. Levantarme de la cama era recordar que todo el peso de la realidad seguía sobre mis hombros, y como bien no ha dicho Pilar más de una vez, el cuerpo acaba sufriendo las consecuencias de los sentimientos que nos invaden por dentro y de alguna manera no conseguimos sacar. Durante días los dolores de cabeza era constantes, el malestar general me minaba, me sentía cansada a pesar de dormir muchas horas, las ojeras más pronunciadas, moqueo, cambios de temperatura... Todo me estaba pasando factura y necesitaba estallar o toda esta marabunta de sentimientos negativos y frustrados podría conmigo.

Suelo ser una persona serena pero en algún momento la bestia que llevaba dentro tendría que salir de mi y me sinceré con las dos personas que debía hacerlo. Las dos personas que me han cuidado siempre, a su manera suponiendo que era la mejor para mi, pero que había llegado un momento que por intentar protegerme me estaban haciendo más daño. Entre lagrimas, pues es mi modo de expresión más habitual cuando debo dejar salir mis sentimientos, cogí las riendas de mi realidad y les expliqué y les exigí explicaciones de todo lo que estaba pasando. La niña que llevo dentro de mi y que ellos pretendían cuidar se había hecho grande y ya era hora de que pusiera los puntos sobre las íes. Por fin me sentí liberada. No al momento, pero desde entonces he podido dormir mejor, mis dolores físicos han pasado y mi cabeza ha vuelto a funcionar como una maquina de vapor con precisión. Había dejado de soñar, hasta hoy.

ISABEL SÁNCHEZ SOLER


P.D. Escribir esta entrada resume las vivencias de mis ultimas semanas y quizás sean el motivo de no haber escrito antes, pero hasta que no te haces con las riendas de tu realidad, ni si quiera el mundo de los sueños puede salvarte. ¡Se trata de tu propia vida, debes hacerlo tú!

1 comentario:

  1. Gracias Isabel, es muy interesante y generoso lo que nos compartes. Cuando estamos desconectados de nosotros, es normal no recordar los sueños, en mi caso está claro. Pasa que a veces, algo es demasiado fuerte y necesita tiempo de incubación para poder elaborarse y ser transformado. Es genial cómo lo explicas, de la pérdida del contacto con los sueños, a los síntomas del cuerpo, a poder volver retomar los sueños. El proceso de conciencia me parece fundamental, ese es el que explicas en tu relato, enhorabuena y muchas gracias

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